Antonio Martínez de Cala y Jarana o Elio Antonio de Nebrija nació en 1444 en Lebrija y murió en 1522 en Alcalá de Henares. Fue una de las figuras más destacadas del Humanismo español, hoy día reconocido por ser el autor de la primera gramática de una lengua vernácula, Gramatica castellana (1492), y la persona quien estableció las primeras reglas que le darían forma al español moderno. En vida fue un reconocido Grammaticus, es decir profesor de latín, que alimentó el sueño de traer el florecimiento y esplendor cultural a su nación a través de la recuperación de la tradición latina contenida en los textos clásicos. Su ingenio, sus nuevos métodos y su personalidad emprendedora le aseguraron el éxito como profesor y como hombre de negocios (también fue impresor y librero) con vínculos con las autoridades reales y la Iglesia.
Sus primeros años de educación en Salamanca dieron a Antonio de la posibilidad de decidir el que sería su nombre hasta la edad adulta, cuando el nombre de Aelius Antonius Nebrissensis irrumpiera en la escena editorial española como autor de las Introductiones Latinae en 1481. El nombre original durante sus años escolares fue siempre Antonius de Lebrixa. De joven, Antonio fue enviado a Bolonia para estudiar teología durante cinco años en Italia, no diez como él mismo afirma en el prólogo del Vocabulario, pero sus verdaderos intereses, ya que era un apasionado de las lenguas y las letras clásicas, le llevaron al estudio de la retórica y la gramática. Sus estudios incluyeron el análisis de manuscritos y de los primeros libros impresos de autores clásicos, sentando las bases de su futura carrera como importante lingüista, gramático, maestro, profesor, lexicógrafo, traductor, escritor, poeta y cronista real.
Antonio regresó a Castilla en 1470, con él la convicción de que los cambios sólo podrían alcanzarse en su patria mediante la transformación de las bases de la sociedad, y su arma contra la barbarie fue la educación en latín. Los studia humanitatis significaban el conocimiento y dominio de la lengua latina, y por lo tanto, la clave para acceder al significado de los textos antiguos. Según él, el camino para alcanzar el humanismo pasaba por la recuperación del latín como lengua unificadora de la sociedad y la erradicación de los elementos que habían manchado la cultura y los valores en su patria. Para lograr sus ambiciones, Antonio de Lebrixa decidió atacar la barbarie donde era más peligrosa, en las universidades. Como uno de los herederos del humanismo italiano, Nebrija vio los defectos de la forma en que se enseñaba latín en las universidades y se convirtió él mismo en profesor de la Universidad de Salamanca, una de las más prestigiosas de España y Europa, para implantar su propia didáctica. En la universidad, el joven profesor obtuvo dos cátedras: una para enseñar gramática y otra para enseñar poética y, excepcionalmente, la universidad le concedió los dos sueldos correspondientes. Su primera empresa como profesor fue elaborar un nuevo método capaz de facilitar el aprendizaje del latín.
Las Introductiones Latinae tuvieron un total de 203 ediciones, 80 de ellas impresas fuera de España, debido a su venta en toda Europa. La popularidad de su best seller le dio la reputación necesaria para ser introducido en la corte donde, a través de Fray Hernando de Talavera, conocería a Isabel la Católica. Gastañaga Ponce de León (2015) afirma que "para Nebrija, el salto de la universidad a la corte debía ser un paso necesario para demostrar la validez de sus ideas y métodos", especialmente en una época en la que la Corona promovía y patrocinaba esfuerzos intelectuales encaminados a reforzar la cohesión nacional y la difusión de los valores culturales. Bajo el consejo de su alteza, Nebrija realizó una edición particular de las Introductiones en 1486. Se trataba de una versión bilingüe (latín-castellano) para que "las religiosas y vírgenes dedicadas a Dios, sin participación de hombres, pudiesen saber algo de la lengua latina".
El éxito de Nebrija fue tal que sus obras no sólo se publicaron ampliamente por toda Europa, sino que también fueron pirateadas, lo que hizo prácticamente imposible el control sobre las ediciones. Esta lucha le hizo encontrar la manera de convertirse en uno de los primeros autores en obtener el privilegio, o copyright, para tener el control absoluto sobre la reproducción de su obra.
Pocos años después, Nebrija publicaría Grammatica Castellana, la primera gramática de una lengua vernácula y producto de su preocupación por el hecho de que la lengua hablada no se adscribiera, ni se redujera, a norma alguna. Creía que la falta de una tradición literaria propia llevaría al descrédito de la lengua castellana y de la nación castellana en el contexto internacional. Como explica Gastañaga Ponce de León (2015), para permitir la autoridad del idioma, la lengua castellana necesitaba autores y Nebrija entendió que las luchas contra la barbarie no sólo se librarían con las espadas, sino también con la pluma. Para bien o para mal, su publicación se produjo en 1492, un año marcado por la expulsión de los moriscos de la península Ibérica, la perspectiva de los monarcas católicos de deshacerse de la influencia árabe y la reivindicación de los territorios al otro lado del Atlántico por parte de Colón en nombre de la Corona española y la iglesia católica.
En las páginas de Grammatica Castellana dedicadas a la reina Isabel, Nebrija hace su alusión a la lengua como compañera del imperio. Se podría decir que la obra de Nebrija representa lo que William Baer (1985) denomina política lingüística, y la Grammatica Castellana se convirtió en una herramienta del movimiento nacionalista promovido desde las instituciones en las que residía el poder desde la unificación de las regiones de Aragón y Castilla bajo una misma corona en 1479. "La política lingüística se convierte en el pegamento social a través del cual... los gobiernos tratan de unir estas fisuras humanas en un todo político y social estable" y los monarcas sabían que para asegurar la estabilidad de su autoridad en sus territorios, era necesario reunir a todos los diferentes grupos bajo una misma lengua y una misma religión.
Ese mismo año, Nebrija publicó otra importante obra, Dictionarium latino hispanicum. Un ambicioso proyecto en el que el principal propósito del autor era superar todos "los vicios y desajustes" que había ido observando en los repertorios léxicos más extendidos de su tiempo. Reduciendo las largas explicaciones a sólo su equivalente en castellano, eliminando las palabras que no procedían de autores canónicos y aumentando notablemente el número de lemas, Nebrija renovó el decadente sistema lexicográfico. Su obra innovadora rompió con la tradición medieval de otros libros de palabras de su época, era moderna y su utilidad se reflejó en el número de ediciones impresas.
Pocos años después, hacia 1494 o 1495, se imprimió en la misma ciudad y, al parecer, con la misma imprenta, un segundo diccionario de características similares. El Dictionario hispano latinum, "con veintidós mil quinientas entradas", se convirtió en una obra complementaria del diccionario de 1492 y en el primer diccionario en castellano. Pedro Álvarez de Miranda (2014) afirma que Nebrija no solo preparó el camino para la lexicografía monolingüe, sino que también tuvo un impacto en la lexicografía de otras lenguas vernáculas de Europa gracias a la estructura utilizada en él: una explicación en lengua vernácula y su equivalente en latín.
El éxito editorial de sus diccionarios se debió a la finalidad principal de éstos, el aprendizaje de la lengua latina. Ambos diccionarios eran herramientas prácticas para sus usuarios a la hora de descifrar y codificar la lengua clásica; esto llevó a que en 1503 se imprimiera un único volumen que contenía ambos diccionarios, como si se tratara de un diccionario bilingüe bidireccional. El Dictionarium latino hispanicum y el Dictionario hispano latino se editaron en 1513 y se reimprimieron repetidamente a lo largo de los siglos XVI y XVII.
En 1509, Nebrija se convirtió en cronista regio tras serle retirada su cátedra en la universidad de Alcalá debido a su absentismo. En 1517, tras 25 años de la publicación de la Gramatica castellana, Nebrija publica Reglas de orthographia en la lengua castellana, obra que completa los principios y reglas propuestos en la gramática. Antonio de Nebrija murió en Alcalá de Henares, víctima de una parálisis o apoplejía, el 2 de junio de 1522.